El cantante de los cantantes
DE SALSA Y DE ESQUINAMañana Héctor Lavoe cumpliría 60 años si sus tragedias personales, la droga y el sida no le hubiesen impedido cantar su último son. A 13 años de su muerte, es venerado en los barracones chalacos y uno que otro imitador intenta perdurar su recuerdo
Al séptimo día, al finalizar su sexto y último concierto en Lima, dicen que Héctor Lavoe descansó y descendió a los infiernos. Se largó a recorrer las esquinas del barrio más sonero del Perú; se fue, vagabundeando, a los barracones del Callao. Visitó sus bares; disertó, para quienes quisieron escucharlo, sobre penas que hieren muy hondo (1); cantó para los más, brindó con caña y fabricó su orgía.
La orgía Lavoe es una fórmula que se obtiene mezclando canciones que se regocijan en el dolor humano, sin dejar de lado el baile y soneo. La tristeza también se menea. Por eso, las mujeres que en 1986 asistieron a su concierto en la fenecida Feria del Hogar le suplicaban que cantase "Triste y vacía" y "Periódico de ayer". Las letras son de otros (2), pero solo él tuvo la voz necesaria para inyectarles dosis precisas de tragedia y de salsa. No se olvide también que para cantar a la gente, su gente (3), había que tener autoridad moral.
"El día de mi suerte" es un retrato casi fiel de su trágica vida. Héctor Juan Pérez Martínez, su nombre real, perdió a su madre a los 3 años; luego a su hermano Luis Ángel, su suegra fue asesinada, su padre moriría de un paro cardíaco en 1987 y, poco tiempo después, su hijo Tito fallecería por el disparo accidental de un amigo. Se hundió en los brazos traicioneros de las drogas y su suerte no cambiaría ni siquiera antes de su muerte, como reza aquella canción.
Cuando Lavoe cantaba "Juanito Alimaña" no se ponía en duda que conocía lo que pregonaba. Rubén Blades entona "Pedro Navaja", pero nadie lo alucina con puñal en mano, el diente de oro no se ve brillando. El panameño es un sociólogo musical de la calle, pero Héctor era un genio del son aprendido en la universidad del barrio y también, en palabras del cronista Eloy Jáuregui, "un tenor de esquina, de todas las esquinas".
Cuentan que 'La Voz' llegaría también a El Bigote, un bar abierto hace 32 años en una esquina de la avenida Dos de Mayo, según Daniel Juárez, uno de sus dependientes. "Aquí vino y la gente se amontonó afuera", cuenta Daniel. "Se tomó una foto con todos los que estaban ese día, pero la foto se malogró con la humedad". Lo mismo dicen que pasó con la única fotografía que se tomó Sarita Colonia. Así que esta leyenda es verdad para quien tenga ojos, oídos y quiera creer. Mito.